3.5.4. La sexualidad: un derecho y una responsabilidad.

La sexualidad humana no se pude reducir a mera biología. El hombre es un ser sexuado: se es varón o mujer siempre. Ser varón o mujer hace posible la atracción sexual y el consecuente enamoramiento. Del amor entre le varón y la mujer surge el matrimonio y la familia, y de la unión sexual vienen las nuevas vidas. El recto uso de la sexualidad capacita al hombre para querer y ser señor de sus tendencias.

Ser varón o mujer no se elige, del mismo modo que no se elige tener pulmones o corazón. Forma parte de la naturaleza humana. No existe una naturaleza humana neutra a la que se le añada ser varón o mujer. Se nace hombre o mujer[1]. El ser humano puede elegir comportarse de manera distinta a su identidad sexual, pero eso no significa que pueda cambiar de sexo. Más adelante se abordará el tema de la cuestión del género y sus variantes actuales.

La sexualidad implica el nacimiento de un vínculo afectivo entre las personas que tienen relaciones sexuales, y la posibilidad de engendrar nuevas vidas. Esto también es conocido como la finalidad unitiva y la finalidad procreativa del acto sexual humano. Estos fines son inseparables, y romperlos siempre conlleva consecuencias negativas para la pareja.

La finalidad unitiva tiene su base biológica en que cuando una persona tiene relaciones sexuales su cerebro secreta las “hormonas del apego”, es decir, la oxitocina y la vosopresina generando un vínculo de apego[2]. Tiene como finalidad unir cada vez más a la pareja a medida que tienen relaciones sexuales. Esto es muy positivo para la relación matrimonial. En cambio, cuando el sexo se ejerce fuera del matrimonio, el vínculo de apego, que siempre aparece —aunque sea sólo un encuentro fortuito—, acarrea problemas emocionales y comportamientos posesivos. Por eso, no es saludable tener intimidad sexual, aunque no haya coito, fuera del matrimonio.

La finalidad procreativa siempre está presente en una relación sexual natural[3], aunque esto no significa que en toda relación sexual se engendre una nueva vida. El matrimonio es el único contexto en el que se pueden tener relaciones sexuales responsablemente. Fuera del matrimonio, las relaciones sexuales siempre son irresponsables. Ya que siempre existe la posibilidad de engendrar una nueva vida, dañar psicológicamente a la pareja y contraer enfermedades venéreas. El uso de anticonceptivos no garantiza nada. Sólo favorecen la adquisición de hábitos sexuales desordenados que aumentan la probabilidad de una próxima relación sin anticonceptivos[4], sin mencionar el daño que algunos métodos anticonceptivos tienen para la salud de la mujer[5]. Por otro lado, una vez una persona engendra un hijo, esto queda grabado en su historia personal para toda la vida. Engendrar un hijo fuera del matrimonio es privar a una nueva vida de un contexto familiar estable donde crezca querido por un papá y una mamá. El aborto tampoco es solución. Siempre es sumamente traumático para las personas que lo realizan y quienes colaboran o influyen en que se lleve a cabo.


[1] Está demostrado científicamente que no existe un “gen gay”, ni un “tercer” sexo. Cfr. https://www.religionenlibertad.com/polemicas/51492/una-revision-sobre-500-estudios-cientificos-refuta-todos-los-postulados-.html

[2] Cfr. https://www.medicalnewstoday.com/articles/275795#what_is_oxytocin

[3] Se entiende por “relación sexual” que se da el coito tal como está previsto por la naturaleza para engendrar nuevas vidas.

[4] Es importante recordar que como parte de la excitación sexual, el cerebro anula algunas zonas importantes vinculadas con el razonamiento. La pareja se descontrola y si no cuenta con anticonceptivos a mano, no será capaz de parar.

[5] Sólo por mencionar algunos https://www.medicalnewstoday.com/articles/es/326558

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