3.2.4. Madurez sexual. Paternidad y maternidad responsables.

Como se explicó antes, al hablar de la sexualidad responsable, la madurez sexual se adquiere al llegar al matrimonio. Sólo dentro del matrimonio la sexualidad se ejerce acorde a la naturaleza del acto sexual.

Una vez situados en el contexto del matrimonio, se puede hablar de la paternidad y maternidad responsable. A simple vista, parecería que el término hace alusión a no descuidar los deberes como padres (educación, alimentación, etc.) y ser responsables. Pero la paternidad responsable va más allá.

Se trata de ejercer la capacidad procreativa responsablemente. Esto va desde la decisión de acoger una nueva vida hasta los correspondientes cuidados que toda nueva vida conlleva. Para que el sexo en la pareja tenga lugar de acuerdo con la dignidad de la persona humana, se requiere que la pareja no excluya la posible maternidad o paternidad del cónyuge. Es decir, que no utilicen ningún mecanismo físico ni hormonal para evitar un embarazo. Cuando la paternidad o la maternidad son excluidos, ese cambio de finalidad en la naturaleza del acto sexual representa también un cambio en el modo en que la acción es procesada por el cerebro. Las consecuencias de este cambio acarrean una modificación en el subconsciente de la percepción de la pareja. Ya no se ve igual a la pareja. Poco a poco, los esposos se convierten el uno para al otro en objeto de placer, acarreando serios problemas para la convivencia matrimonial.

El ejercicio de la sexualidad dentro del matrimonio no es para cuando se tienen “ganas”. Esto desnaturaliza el acto sexual. Cada encuentro debe ser para la pareja un momento especial, que se prepara con tiempo, y que se lleva a cabo en un contexto de amor. Lo contrario sería dejarse llevar únicamente por el impulso sexual, nada más contrario a la naturaleza racional del hombre.

Teniendo todo esto en cuenta, los esposos deciden la periodicidad de sus encuentros íntimos, tomando en cuenta que de ellos puede venir una nueva vida, que más adelante tendrán que cuidar. 

Los esposos de acuerdo con sus circunstancias socioeconómicas y de salud física y psicológica deben valorar si están preparados para acoger una nueva vida. De no ser así, cuentan con la posibilidad de respetar la naturaleza de los períodos infértiles de la mujer para continuar teniendo intimidad sin desnaturalizar el acto sexual. Usar adecuadamente la sexualidad dentro del matrimonio no consiste en traer “muchos” hijos al mundo, como si por tener muchos hijos se va a ser mejor padre o madre. Se trata de traer al mundo los hijos que de acuerdo con sus circunstancias y su generosidad van a ser capaces de cuidar. Sobre esto último, es importante no engañarse pensando que se necesitan unas circunstancias fuera de serie para educar correctamente a un hijo. Muchas veces, los hijos de familias con pocos ingresos económicos y que llevan una vida sobria, terminan mejor educados que los de familias acomodadas y con mentalidad materialista.

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar