1.1.1. Origen de la ciencia. Relaciones entre la ciencia, la tecnología, el arte y la religión.

El inicio de la reflexión sobre el origen de la ciencia requiere diferenciar entre la ciencia como rama del saber humano y la ciencia en su acepción moderna, donde su campo de investigación se limita al mundo material y al uso del denominado método científico. Actualmente, al referirnos a “ciencia” y los “científicos”, hacemos alusión a esta última acepción. Esta distinción en ocasiones lleva a confusión: los científicos serían quienes estudian el mundo material, es decir, al mundo de lo verdadero; y en cambio, la filosofía y la teología se dedicarían a lo subjetivo, lo que es sujeto de opiniones, conjeturas, etc. Pero para no causar confusión, en adelante, nos referiremos a “ciencia” para hablar de las ciencias empíricas.

Las distintas ramas del saber se organizan en diversas ciencias según su objeto de estudio. Cada una de ellas estudia un aspecto de la realidad mediante la observación y experimentación. Desde sus orígenes, el hombre ha contemplado la realidad y ha formulado hipótesis sobre la misma. Las culturas primitivas suelen mezclar el estudio de la realidad con el mito[1], dando respuestas que son en parte “científicas” y en parte míticas.

La religión de las culturas primitivas va más allá de una serie de rituales. Implica una explicación de la realidad o cosmovisión. Para ellas, cómo funciona el mundo y el culto a la divinidad forman una unidad. Esto se puede apreciar fácilmente, por ejemplo, en la cultura maya, donde el estudio de los astros y las estaciones formaban parte a la vez de la explicación de la intervención de los dioses en la vida cotidiana. La medicina implicaba la acción de fuerzas divinas en la curación de una enfermedad que era vista como acción de un espíritu maligno.

La primera separación entre ciencia y religión se dio en el ámbito de la filosofía griega clásica. La filosofía se ocupó del estudio de la naturaleza y la religión continuó siendo un conjunto de relatos míticos que intentaban dar explicación al mundo. Para nosotros, hoy día, la mitología griega, escandinava, maya, etc., no es más que una serie de fantasías; pero para las personas que vivieron en esa época, constituía la forma en la que veían el mundo y obtenían respuesta a los grandes interrogantes del hombre.

La llegada del judaísmo represento una ruptura con las religiones míticas de las culturas circundantes. El judaísmo cree en un solo Dios, trascendente[2], creador de todo cuanto existe. El cristianismo dio continuidad al judaísmo, pero llevándolo a otro nivel. La religión cristiana logró una fusión entre filosofía y religión (verdad y fe). El cristianismo, en cuanto religión, no puede ser equiparado a ninguna otra religión. Sus enseñanzas están en perfecta armonía con la ciencia. A medida que los avances científicos han ido llegando a verdades sólidas, las enseñanzas del cristianismo no han hecho más que confirmarse[3].

El arte, en este contexto, ha estado siempre unido a lo religioso, tanto en las religiones míticas como en el cristianismo. La religión siempre ha sido una respuesta a las aspiraciones más profundas del espíritu humano, y el arte es su expresión. Las obras de arte más excelsas en todos los campos artísticos están vinculadas a lo religioso.

El hombre actual, confiando absolutamente en lo científico, ha renunciado a lo religioso. Esto ha repercutido negativamente en la misma ciencia. La ciencia ha dejado de estar al servicio del ser humano y ha comenzado a estar al servicio de intereses particulares. Sus principales repercusiones las podemos notar en la grave crisis ecológica que atraviesa el planeta. El arte se ha visto afectado por ese cambio cultural. Al no haber un referente religioso, las aspiraciones más profundas del hombre quedan sin contestar, o simplemente son ignoradas.


[1] El Diccionario de la Real Academia define mito como una “narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico”.

[2] Al decir trascendente nos referimos a que no se le puede identificar con ningún elemento o fuerza de la naturaleza, sino que es externo a ella. La trasciende.

[3] Nos referimos al cristianismo que pervive en las enseñanzas de la Iglesia Católica.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar